Comentario
Capítulo LXIV
De lo que hicieron los españoles que Pizarro envió a Xauxa a la costa del mar del Sur
En los capítulos de atrás conté cómo estando en Xauxa don Francisco Pizarro, mandó a ciertos españoles que fuesen a los llanos a mirar la costa de la mar para fundar algunas ciudades con la gente que venía en los navíos, y éstos fueron a salir a Pachacama, y tomando la costa en la mano hacia la parte del norte, anduvieron por todos los valles y ríos, tomando posesión por el emperador, y Pizarro en su nombre, de lo cual daba fe un escribano que entre ellos iba; ponían cruces: señal conocida, y con tanta razón, por los cristianos en estas partes; y anduvieron de tal manera hasta el valle de Guararey, de donde volvieron a Pachacama. Gabriel de Rojas, y los que con él venían de San Miguel, llegaron adonde estaban estos cristianos, los cuales les dieron guías que los llevasen adonde Pizarro estaba.
En esto el Quizquiz y los otros capitanes, deseando hacer daño en todas las provincias porque los cristianos no las hallasen enteras, dicen que mandaron a uno de los capitanes que fuese con algunos indios cáñares y chachapoyas y orejones a juntarse con los de Ica y que procurase de hacer todo el daño que pudiese a los de Chincha; y unos dicen que este Ucache mató al principal, señor de Ica, y que por tiranía adquirió aquel señorío; otros cuentan que no, sino que de derecho le venía el mando. Como quiera que sea, yo soy informado que los de Chincha enviaron mensajeros a los cristianos que estaban en Pachacama implorando su ayuda contra aquellos enemigos, rogándoles que a su valle quisiesen ir a los favorecer. Respondiéronles que lo harían de buen grado, y luego fueron cinco o seis caballos a Chincha, donde fueron bien recibidos de los naturales, y ellos se holgaron de ver tan lindo y hermoso valle. Alababan a Dios contemplando sus frescuras y florestas tan deleitosas. Estaba entonces más poblado, cierto, que ahora. Salieron tres o cuatro mil indios de Chincha para ir contra los enemigos que venían con Ucache, que serían otros tantos. Juntáronse al romper del alba, donde hubieron la batalla. No duró mucho porque los de Ica, como vieron los caballos, vueltas las espaldas, comenzaron de huir. Los españoles, tomando una cruz pequeña, la pusieron en las manos de un indio, mandándole que la diese a Cache en señal de amistad y que le dijese de su parte que viniese sin ningún recelo a verse con ellos. Ucache cuentan que, tomando su parecer con los más viejos del valle, conociendo que del todo los españoles habían de quedar con el mando del reino, pues todos los incas eran ya muertos y toda su potencia caída, determinó de asentar paz con aquellos que se la habían enviado a ofrecer y con unos principales lo envió a decir; y sin pasar muchos días, fue la misma persona de Ucache de paz llevando, según me dijeron, ciertos vasos y otras joyas de oro de presente.
Tomaron por todas aquellas partes posesión por el emperador como habían hecho en lo de atrás.